¿Sabías que la neurociencia confirma que nuestro cerebro necesita de un componente afectivo y relacional complejo, además del cognitivo, para procesar y retener la información de manera efectiva?
Los estudios han demostrado que las emociones y las interacciones sociales enriquecen el aprendizaje al facilitar la conexión entre nuevas experiencias y conocimientos previos, mejorando así la memoria y la aplicación práctica del contenido adquirido.
Mary Helen Immordino-Yang, neurocientífica afectiva y psicóloga del desarrollo humano, sostiene que las emociones son esenciales para el aprendizaje significativo, y que estas no solo enriquecen nuestras experiencias, sino que también son fundamentales para la toma de decisiones conscientes e inconscientes.
El aprendizaje sin motivación tiende a ser superficial, se puede memorizar y comprender información, pero se carece de la capacidad para aplicarlo eficazmente en contextos reales, ya que la memoria y la adquisición del conocimiento están profundamente vinculados a las emociones, las cuales dirigen el pensamiento y facilitan la recuperación y aplicación del mismo.
En el ámbito educativo, esto implica que las estrategias de enseñanza deben considerar la dimensión emocional del aprendizaje, dado que la capacidad de un estudiante para integrar y utilizar conocimientos no solo depende de la información que recibe, sino también de la calidad de la experiencia que vive y lo duradero de la motivación por continuar adquiriendo conocimientos.
Esta plática fue realizada gracias a la Cátedra Alfonso Reyes del Tecnológico de Monterrey, con la Profesora de Estudios Humanísticos, Lourdes Epstein, quien fungió como entrevistadora.
Para seguir conociendo más del tema, te invitamos a ver el video completo (duración: 1:07:45):
FUENTES
Canal de Innovación Educativa | youtube.com/tecdemonterreyvideos, colección Cátedra Alfonso Reyes
Canal de TecSalud | youtube.com/@CatedraAR
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